Decir Adiós por @OMARconAcento

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Decir Adiós por Ómar Adam

La pérdida de un ser querido siempre es difícil, hace daño, lastima y deja huellas que jamás se pueden borrar.
Pero seamos sinceros, hay de pérdidas a pérdidas. Cualquier muerte de un ser que pertenece a generaciones arriba de la nuestra, por más dolorosa que sea, es completamente natural, se cumple con el ciclo de la vida y no se puede hacer nada al respecto.
Pero cuando la persona que se va es menor, además de dejarnos una huella en el corazón, nos deja un gran vacío imposible de llenar, porque sentimos que la naturaleza o que el mismísimo dios nos jugó chueco, nos dejó sin palabras y sin razones, simplemente no hay forma de explicarlo.
Ahora, si además de ser una persona querida y que es menor a nosotros, le sumas que esta persona era un ser humano asombroso, lleno de cualidades, lleno de amor y atascado de felicidad, el dolor se vuelve incomprensible.
Existen personas que vienen a este mundo a iluminarnos, a llenarnos de vitalidad y a reglar sonrisas por todos lados, prácticamente como si fueran profetas; que lo único que hacen es provocar sentimientos positivos en todas las personas que los rodean, esas personas no queremos que se vayan nunca, las queremos siempre cerca de nosotros, tenerlas a nuestro alcance cuando más las necesitemos. Y si una de esas personas se adelanta en el viaje, nos deja totalmente desprotegidos, nos sentimos incompletos.
A veces, y es mi teoría personal, hay personas tan pero tan buenas que este mundo les queda pequeño y el universo decide llevárselos a otro lado mucho más feliz, a algún lugar al que en verdad pertenezcan, lleno de paz y amor; posiblemente sea sólo un consuelo, pero podría estar seguro que así es, hay personas que son mucho para este mundo.
Por más tristeza que nos provoque la pérdida de una persona con todas estas características, debemos aprender a festejar su vida, a agradecer cada segundo que pasamos con ellos y a asimilar toda esa luz que nos dejaron para aprender a vivir mejor y encaminarnos a un rumbo con mucho mayor sentido.
A esas personas que se van tan temprano pero que dejaron en nuestra alma y en nuestros corazones tanta sabiduría, claro que hay que llorarles un rato, pero después tenemos la obligación de continuar con su ejemplo y tratar de regresarle al mundo un poquito de lo que este ser amado nos dejó.
In Memoriam a mi queridísima prima. ¡Gracias por los momentos tan chingones! Y porfa apártame un lugar cerquita de ti, porque cuando te alcance la vamos a seguir pasando de poca madre. Que tengas buen viaje.



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