“Es por la heroína” un cuento de Ivonne Baqués @amikaafeliz #HelloDFicción #ShortStory

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Es por la heroína…

“Cogemos con prisa, cogemos sin ganas, cogemos cansados, cogemos poco, o no cogemos nada”. Con estas palabras cerró Fátima la terapia de ese día. Pagó la consulta y cuando dejó el consultorio, la reflexión de Roberta su terapeuta fue la siguiente: “Se sigue quejando de lo mismo, pero al menos lo hace poéticamente”.

A la siguiente semana, en vez de saludar, Fátima abordó a Roberta con un reclamo: “¿Le puedes decir al doctor del otro consultorio, que le diga a sus pacientes que aprendan a estacionarse? ¡No es posible que utilicen dos lugares, tuve que caminar tres cuadras con estos pinches zapatos!” Roberta respiró hondo, dio un sorbo a su café y con amabilidad fingida preguntó: “¿Cómo estás?”

“El viernes comí con Jorge en el VIP´S que está frente al edificio donde trabaja, con eso de que sólo le dan una hora para comer, pues no tenemos mucho a donde ir. El angelito llegó veinte minutos tarde y ni siquiera se disculpó, aunque no me importó mucho, estaba muy entretenida con la conversación de la mesa de al lado. Un viejito citó a su hija y al marido para decirles que ya no podía seguir solventando sus deudas, que ya se había gastado todos sus ahorros. Como verás, el chisme estaba re bueno, cuando llegó Jorge ya no pude escuchar en que terminó el drama, al poco rato se fueron, entonces compartí con él lo que había escuchado:”

-El señor les dijo que ya se habían acabado los ahorros de toda su vida, que sólo quedaban en su cuenta cuatro mil pesos, que no era justo, que él había aceptado ayudarles a pagar por un tiempo las mensualidades de la casa porque era su patrimonio, pero nada más. Les preguntó por qué debían tanto. Entonces el yerno le contestó que no tenía idea de que su esposa estuviera gastando sin control. Yo no le creí, de seguro la chava ponía sus tarjetas, pero se me hace que  los gastos eran de los dos, no es posible que no sepas que tu pareja debe hasta la risa.

-Son pareja, no siameses. No tienes por qué saber todo lo que hace el otro, tú no sabes todo lo que hago yo… 

-Tienes razón, a lo mejor es como mi hermana, que le debe a Liverpool un dineral, usa la casa de mis papás de bodega y cuando es su cumpleaños o Navidad, mi mamá le lleva todo lo que compró haciendo como que ella se lo regaló para que mi cuñado no se entere. Bueno, pues el señor se dejó ir como hilo de media con los reclamos hacía la hija y el marido, y la chava calladita, calladita, entonces el yerno le dijo que a él porque le reclamaba, que él cumplía con mantener la casa, y que el viejito estaba solventando las deudas de su hija, no las de él. Y pues que se enchila el señor y casi gritando le dijo: “Son un matrimonio, la deuda es de los dos”. ¿Cómo ves a la hija gandalla mi amor? De seguro es una compradora compulsiva como mi sister. 

-Pues que metiche eres, a mí me hubiera dado pena estar al pendiente de una conversación tan privada. 

-¡Ay tú! ¿Qué tiene? La culpa es de ellos, si no quieren que nadie los escuche que hablen en su casa. Si hubieras llegado a tiempo, no habría tenido necesidad de entretenerme durante veinte minutos con la vida de otros. ¡Ahora hasta lo que no comes te hace daño, andas de un puto genio que ni tú te aguantas!

“Ya no hablamos más, el sacó su celular y yo hice lo mismo. Había una fila inmunda para pagar, todos los godínez de la zona acostumbran el mismo lugar a la misma hora. Mientras esperábamos nuestro turno para llegar con la única cajera, escuché una joven y femenina voz que dijo casi a gritos: “No es que odie a la gente, es por la heroína”. Otra chica y yo volteamos al mismo tiempo para ver quien había hecho semejantes declaraciones, y nos encontramos con una millennial de cabello azul, con un piercing en la nariz, tomada de la mano de un chico casi esquelético. Mi amargado novio ni se inmutó y con una jeta descomunal quiso pagar con su tarjeta American Express, pero no pasó, entonces se puso como loco y le hizo un pancho a la cajera como si ella tuviera la culpa. Me dio tanta pena que saque la mía y le pedí que hiciera el cargo. Camino al estacionamiento, quise aliviar un poco la tensión por lo sucedido.

-¿Qué onda con la millennial droguis? En mi juventud, la gente no gritaba a los cuatro vientos  ser antisocial gracias a la heroína… 

-Olvidaba que vengo con doña perfecta, la que cuida sus finanzas, la que no se droga,  la que siempre tiene crédito en sus tarjetas y ya por eso se siente con el derecho de juzgar y criticar a los demás…

“Las tripas se me revolvieron y no supe que decir. Me dio un beso en la mejilla, subí a mi coche y él se fue”.

-¿Es por eso que estás tan irritable?

-Es por todo, mi relación se está yendo por el drenaje. Esa noche llegó a mi depa con una pequeña maleta,  estuvimos juntos todo el fin de semana con sus respectivas tres noches y en todas, se quedó dormido en el sofá frente a la pantalla. Estaba tan molesta que ahí lo dejé y ni siquiera le acerqué una cobija. Fuimos al súper mercado, a la tienda de video juegos a buscar el regalo de su sobrino y al cine y nunca me pidió una disculpa por haberme dicho doña perfecta y ni un arrimón mientras veíamos nuestra serie, ¡nada! Ya parecemos hermanos, se me hace que está enamorado de otra y ya le doy flojera.

-¿Ya le preguntaste?

-¿Qué si anda con otra? ¡Obvio no! ¿Qué tal que me dice que sí?

Saliendo del consultorio Fátima llamó a Jorge para invitarlo a cenar, se citaron en el café de los pasteles baratos. Él llegó acompañado de lo que solía ser su buen humor, y Fátima no tuvo valor para cuestionar su irritabilidad de los últimos días. “A lo mejor hoy sí me toca brinco” -pensó-.

Fátima llegó a la siguiente terapia en un evidente estado de descomposición emocional. Con la palidez propia de un muerto, los ojos hinchados, el cabello muy grasoso y un olor que delataba la falta de higiene de los últimos días. Después de llorar durante unos minutos, al fin atinó a decir: 

-Aprovechando que Jorge andaba de buenas, me quedé en su casa desde el jueves, el viernes fuimos al teatro y el sábado después de un mañanero digno de un Oscar, se metió a bañar, yo me quedé en la cama viendo “El diablo viste a la moda” por milésima vez, entonces sonó el teléfono, eran los del banco. Jorge les debe $150,000.00 y tiene hasta fin de mes para pagar. Cuando colgué, me quedé pensando en que si no había pasado su American Express, era porque seguramente también les debía, así que me puse a buscar en los cajones de su escritorio. Encontré una pistola y los estados de cuenta de varios bancos, a uno le debe ochenta mil, a otro cincuenta, a AMEX cien y otra deuda de ciento cincuenta.

– ¿Osea que debe como medio millón?

– Más o menos. Al salir del baño, Jorge encontró sobre la cama la pistola y los papeles. La cara se le descompuso. Le pedí una explicación, pero no contestó, entonces le pregunté si esa era la razón por la cual estaba tan de malas últimamente, ¿y sabes que me contestó?

-No,  ¿qué te dijo?  

-No es que odie a la gente, es por la heroína…-Fátima comenzó a llorar de nuevo-.

-¿Y qué hiciste?

-Terminé con él. Una cosa es ser malcogida y otra, andar con un deudor que se burla de mí.

Al subir a su auto, Fátima sacó la pistola de su bolso, la acarició un momento, después la guardó nuevamente y mientras manejaba sin rumbo pensaba en voz alta: “Ay Roberta, me voy a perder tu cara cuando la policía te explique a qué me refería cuando te dije que terminé con Jorge.”



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