“Martita” un cuento de Ivonne Baqués @amikaafeliz #HelloDFicción #ShortStory

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Martita

Martita de contabilidad veía pasar la vida frente a ella con desgano profundo. Con la mano derecha sostenía una taza de café humeante, y con la izquierda tecleaba los números que llenarían esa hoja de Excel a la que su jefe tenía a bien llamar “liquidity plan”. “Estamos en México y aquí se habla español,  se dice plan de liquidez, tipo mamón. Quince años trabajando para este pendejo, mientras él crece como la espuma yo cada día estoy más vieja y gorda”. Los pensamientos de Martita fueron interrumpidos por el aroma dulzón del perfume nuevo de Fátima Ruiz, la veinteañera de vestido entallado, zapatos de tacón y sonrisa de anuncio de revista a la que todos llamaban Faty. Todo en la tal Faty  era desagradable para Martita, desde su voz chillona hasta los calzones que no tenía reparo en enseñar cada que subía o bajaba las escaleras. “Creo que esta vieja trae la misma tanga roja de ayer, maldita sea la hora en que acepté sentarme frente a las escaleras.” Pero de entre todo, lo que más odiaba Martita de Fátima era la vida perfecta que aparentaba tener.

Fátima a sus veintiseis años llegaba todas las mañanas a la oficina en un Audi rojo, con su café premium en la mano, vistiendo ropa de diseñador. Tenía su propia oficina y Recursos Humanos estaba trabajando para conseguirle a una buena asistente. Martita la gordita, a sus cuarenta y cinco llegaba en autobús, en lo que iba del año ya la habían asaltado tres veces, todo su sueldo se le iba en mantener a su mamá y todo lo que se ponía se le veía mal. Martha había aprendido a vivir conforme, con la vida y el cuerpo que Dios le había mandado, hasta que llegó Fátima a restregarle que existían las vidas perfectas.

Una tarde, a la hora de la salida Martita y Faty coincidieron en el baño.

-Ya vámonos Martita que aquí espantan, además es viernes ¡yeiiiiiii!

– Es cierre de mes, obvio no me puedo ir.

– ¡Cierto! Que mala onda, y que bueno que no estoy en conta, bueno, pero seguramente para mañana ya tienes plan ¿no?

– No, no tengo plan…

-Pues yo sí, ahorita voy a ir a que me retoquen las luces y me arreglen las uñas, porque mañana tengo una boda en Cuerna. Por cierto no me lo tomes a mal, pero si quieres te recomiendo a mi estilista para que te ayude con un cambio de look, para que en la fiesta de fin de año te veas incre… (Martha sintió como las tripas se le hacían nudo).

– No es necesario…

– Como quieras, yo digo que un tinte te caería muy bien. Bueno nos vemos el lunes.

Martha lloró en el baño durante veinte minutos, hasta que su jefe le marcó para preguntar donde estaba. Secó sus lágrimas y camino a su lugar pasó a la maquinita del café para comprar un chocolate caliente,  con la ilusión, de que el azúcar al transitar por su cuerpo endulzara un poco su realidad.

Martita llegó a la fiesta de fin de año en el carro de Anita, la compañera que siempre se ofrecía a llevarla y traerla en los eventos y que se sentaba en el escritorio de a lado. Vistiendo un conjunto negro de saco y pantalón, su cabello encanecido amarrado en una cola de caballo y sus labios pintados en un discreto palo de rosa Martha entró al salón donde nadie noto su presencia. Fátima arribó al evento con el nuevo gerente de producción, luciendo un vestido plateado de lentejuelas, muy, pero muy escotado. Como siempre, Martita y Anita se retiraron de la fiesta en cuanto terminó la rifa. Fátima se quedó hasta el final y después se fue con los de sistemas a seguir la fiesta en un bar.

El lunes siguiente, la carga de trabajo para el cierre del año fiscal fue mucha, era casi la media noche y todo el departamento de contabilidad se encontraba trabajando a marchas forzadas, había que dejar todo listo si querían gozar de una semana de vacaciones.

-Martita ¿dónde vas a pasar la Navidad?

– Con mi mamá en la casa Anita ¿y tú?

– No sé, este año toca con mis papás, pero a lo mejor vamos a Saltillo con mi suegra porque está muy enferma, y pues aprovecharemos para ir de shopping al gabacho, los niños necesitan ropa y allá es más barata. Vas a decir que me estoy metiendo en lo que no me importa, pero deberías de vacacionar con una amiga ¿Qué va a ser de ti cuando ya no esté tu mamá?

-Cuando eso pase, ya veré…¡Santo Dios!

La conversación de las mujeres fue interrumpida por un bulto azul, este se estrelló en el suelo en caída libre desde el tercer piso, casi frente a ellas. Todo el departamento de contabilidad se asustó al escuchar el golpe. La primera en llegar al lugar del accidente fue Martha y con un grito que se escuchó por toda la oficina dijo: ¡Es Fátima, no puede ser!

La chica perdió la vida al estrellarse contra la loza, el jefe de Martha subió corriendo las escaleras para ver quien la había aventado, pero no había nadie. Todo parecía indicar que había sido un suicidio.

Martita llegó al entierro vistiendo el mismo traje negro que llevó a la fiesta de fin de año, cuando el sacerdote terminó de hablar la mamá de Fátima se acercó al hoyo donde ya se encontraba el féretro y dejó caer un ramo de rosas blancas, acompañadas de un llanto desgarrador. Los asistentes, uno a uno fueron dejando caer sus flores a modo de despedida. Al llegar su turno, Martha dejó caer un ramo de hermosos tulipanes rosas. “Perdóname Faty, creí que tu vida era perfecta”.

 



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