“Rodolfo” por Ivonne Baqués @amikaafeliz #HelloDFicción

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Rodolfo

“Dios, por favor dame paciencia, es muy difícil querer a alguien que se la pasa haciendo pendejadas”. Rezaba María todos los días al abrir los ojos. Y como cada mañana, se deslizó por la casa de puntitas para no hacer ruido y así prolongar las pocas horas de paz que tenía al día. Cerrando la puerta del baño con cuidado, frente al espejo dejó caer la bata para observar su abultado vientre y sus pechos caídos, para después permitir que el agua tibia lavara sus angustias, sus ansiedades y sus deseos. 

Mientras se enjabonaba escuchó ruidos en la cocina, “chin, ya se levantó”. Rápidamente terminó de bañarse, enfundándose la bata y aún con el cabello escurriendo, casi corre para salir del baño. Al llegar a la cocina encontró a Rodolfo en calzones, camisa de vestir, calcetines y tenis, buscando con desesperación entre los platos y las ollas.

-¿Qué buscas?

-Las llaves del coche.

-No pensarás salir sin pantalones.

-No tengo tiempo para banalidades, llevo prisa.

-Papá, recuerda que tú ya no puedes manejar.

-Y tú recuerda que los matasanos son unos pendejos que están coludidos con las farmacéuticas.

-Ya hemos tenido esta conversación muchas veces, ve a ponerte los pantalones mientras preparo el desayuno.

-Tengo prisa.

-¿Para qué tienes prisa?

-Para ir por el electricista, me está esperando.

-Desayuna y al rato yo te llevo.

María tenía la esperanza de que Rodolfo olvidara el tema del electricista, así como solía olvidar su cumpleaños, el nombre de la vecina, cambiar la hoja del calendario o la clave para sacar dinero del cajero automático.

Dócilmente Rodolfo se puso los pantalones, y con apetito comió un plato de futa, dos huevos revueltos con jamón, y una taza de café, mientras, María lo miraba con ternura. Al terminar, levantándose se dirigió a su recamara sin decir nada.

María terminó de desayunar, recogió los platos y el mantel de la mesa, y cuando se disponía a lavarlos, entró Rodolfo a la cocina diciendo: “Yo lavo los trastes, vete a cambiar”. María no quiso discutir, así que obedeció. Cuando terminó de vestirse quiso peinarse con la secadora, entonces apareció Rodolfo en la puerta de su recamara.

-Ya no tenemos tiempo, regresando te peinas.

-¿A dónde vamos a ir?

-Por el electricista.

-¿Y para qué?

-Pues para que arregle el corto.

-¿Cuál corto?

-¿Cómo que cual? El del baño.

-Papá no hay ningún corto en el baño.

-Claro que sí.

-A ver, enséñame.

Fueron al baño, prendieron y apagaron varias veces la luz, conectaron la secadora, un celular y aparentemente no había desperfecto.

-Mejor di que estás aburrido y quieres salir, me choca que inventes cosas.

María sujetó su cabello húmedo en un chongo, sacó del closet su bolsa y del cajón del tocador las llaves del auto.

-Vamos al banco por tu pensión.

En el trayecto al centro comercial no hablaron, y cuando Rodolfo iba a comentar que se le había terminado la Metformina, María subió  el volumen de la radio y comenzó a cantar.

Al bajarse del auto, Rodolfo le dijo a María que necesitaba ir al tocador, ella torció la boca y suspiró poniendo los ojos en blanco, “siempre es lo mismo…” reclamó.

Mientras buscaban el baño, pasaron frente a un local que decía: “Plomeros, cerrajeros y electricistas.” Rodolfo pasó de largo y María suspiró aliviada.

Cuando Rodolfo salió del baño, María le preguntó si se había lavado las manos, él meneo la cabeza.

-Pues lávatelas.

-No puedo, tengo prisa.

Rodolfo decía esto mientras caminaba hacia el local del electricista.

-¡¿Otra vez con lo mismo?!

Desesperada, María lo jaló del brazo y lo llevó al banco mientras que casi a gritos le recordaba lo difícil que era cuidar de él. En la fila del banco antes de pasar con la cajera, la mujer remató con un “¡Ya me tienes harta!”.

Ambos pasaron a la ventanilla, María entregó a la cajera la credencial de elector del abatido hombre y su tarjeta. Comparando las firmas, la señorita verificó que el de la foto fuera Rodolfo, entonces le entregó a María cinco mil pesos en billetes de quinientos. Mientras los guardaba en su bolsa, María comentó: “Toda una vida de trabajo para recibir esta miseria…” Pero Rodolfo no contestó, entonces levantando la mirada buscó a su papá, pero ya no estaba…

 

Ivonne Baqués

Conocimos a Ivonne Baqués en un taller de narrativa y la invitamos a participar en nuestra sección “DFicción”. Ivonne pertenece a la tribu de los Godínez de la Ciudad de México y se nota. Sus relatos destapan las obsesiones, deseos y frustraciones de quienes diariamente nacen y mueren dentro de los confines de la oficina.



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