10 frases de Ernest Hemingway
- “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.”
- “La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.”
- “El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar.”
- “La felicidad es la cosa más rara que conozco en la gente inteligente.”
- “La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco.”
- “Para un auténtico escritor, cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que él intenta algo que está más allá de su alcance.”
- “Toda la literatura estadounidense moderna parte de un libro de Mark Twain titulado “Huckleberry Finn”. Antes no había nada. No ha habido nada bueno desde entonces.”
- “El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera.”
9. “Todo hombre racional es ateo
10. “En la guerra moderna mueres como un perro y sin motivo alguno.
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Ernest Hemingway nació en Oak Park, Illinois, el 21 de julio de 1899, hijo del médico Clarence Hemingway y la música Grace Hall. Durante su juventud fue aficionado al boxeo, a la pesca y al fútbol americano. Dos años antes de graduarse, publicó su primer escrito en The Trapeze, el periódico de Oak Park and River Forest High School, su escuela. En 1918, con 18 años, fue enviado a Italia para combatir en la Primera Guerra Mundial. Condujo ambulancias en ese país y Francia.Después de prestar servicio, al término de la guerra, trabajó en el Toronto Star, diario canadiense en el que sirvió como corresponsal en París.
En 1923 se radicó en la capital francesa con Hadley Richardson, su primera esposa. A una ciudad que se caracterizaba por huéspedes ilustres como James Joyce, Francis Scott Fitzgerald y Ezra Pound fue a parar el joven Hemingway. Después de leer El Gran Gatsby y de publicar varios relatos en revistas francesas y norteamericanas, Hemingway apuesta por la novela. Aguas Primaverales es su debut en este género.
En 1927 se divorció de Hadley Richarson, a quien le dejó las ganancias de la obra Fiesta (su segunda novela), para casarse con Pauline Pfeiffer, una periodista estadounidense que trabajó en la revista Vogue. Un año después ambos abandonaron París para radicarse en Estados Unidos. En Kansas City nació Patrick, el segundo hijo de Hemingway.
En 1928 publicó Adiós a las armas (Farewell to arms), novela con la que se consagró como un escritor relevante. En estos años vivió entre Florida y Wyoming con su esposa Pauline. El 12 de noviembre de 1931, nuevamente en Kansas City, nació Gregory, su tercer hijo. Para entonces Hemingway se las arreglaba para hacer una vida de viajero que incluyó visitas a la Isla de Cuba.
Durante esta década viajó con su familia a África y compró un yate, al que llamó Pilar, para recorrer el mar Caribe. Algunas de sus experiencias en esa época están retratadas en obras posteriores. A finales de los treinta trabajó como corresponsal de la Guerra Civil Española. En esa oportunidad se reencontró con la periodista Martha Gellhorn, a quien ya
había conocido en Florida. En 1937 los dos vivieron un romance que terminaría con su separación de Pauline. Su relación con Martha tuvo un segundo aliento en Cuba, exactamente en un lugar conocido como Finca Vigía, una casa campestre que se mantiene en pié. Luego de firmar la separación de Pauline, Hemingway contrajo matrimonio por tercera ocasión el 20 de noviembre de 1940, en Wyoming.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Hemingway viajó a Europa otra vez como corresponsal. Estuvo en el desembarco de Normandia y en la liberación de París. En este tiempo se enamoró de la periodista Mary Welsh. En 1946 se casó por cuarta vez, en esta ocasión con Mary Welsh. Mientras estuvo con ella escribió Al otro lado del río y El Viejo y el mar, novela con la que ganó el Premio Pulitzer en 1953. En octubre de 1954 recibió el Premio Nobel de Literatura, galardón que no fue a recibir en Estocolmo por problemas de salud. Su casa en Cuba rápidamente se llenó de periodistas que informaron sobre su adicción al alcohol. De este país salió después de la Revolución Cubana, hecho con el comulgó mientras Estados Unidos y la Isla entraron en conflicto político.
Al abandonar Cuba, Hemingway dejó en Finca Vigía infinidad de manuscritos, 2.000 de los cuales aún conserva el gobierno cubano. Dichos manuscritos se han estudiado durante décadas; según el diario El País, de España, el Nobel “prefería escribir –de pie con zapatillas de andar por casa, primero a mano y luego a máquina–, en su luminoso cuarto”.
1960 es el año en que los Hemingway salieron de Cuba para volver a Estados Unidos. A pesar de su delicado estado de salud, que incluyó afecciones en el hígado y corazón, la revista Lige Magazine lo contrató para escribir notas sobre corridas de toros en España.
En Ketchum, Idaho, el 2 de julio de 1961, preso de una depresión que arrastraba desde finales de los cincuenta, Hemingway se disparó en la cabeza con una escopeta.