Dentro del campus de la UNAM está la única reserva ecológica de Ciudad de México

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Dentro del campus central de la UNAM está la única reserva ecológica de la ciudad de México, un espacio natural en el que viven más de mil 500 especies nativas de plantas, animales, hongos y microorganismos y que, además, capta dos millones de litros de agua al año.
Se llama Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), espacio de 237.3 hectáreas de matorral xerófilo que crece sobre un sustrato de roca volcánica proveniente de la erupción del volcán Xitle, ocurrida hace aproximadamente mil 670 años, afirmó Xenón Cano Santana, profesor de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM y quien fuera responsable del sitio por más de nueve años.
Gran biodiversidad
Contiene una gran diversidad de flora y fauna, de la que destacan 377 especies de plantas superiores, 67 de briofitas, 30 de líquenes y 114 de microalgas, según han documentado académicos y estudiantes que, por años, han realizado 144 tesis y 180 documentos científicos (artículos y capítulos de libros) en ese laboratorio vivo.
También, habitan 44 especies de hongos, 33 de mamíferos, 148 de aves, 30 de anfibios y reptiles, 817 de artrópodos y dos de peces.
En la conferencia Desarrollo urbano contra protección ecológica en Ciudad Universitaria: ¿una disyuntiva en manos de la comunidad?, celebrada en el anfiteatroAlfredo Barrera de la FC, Cano Santana alertó que el campus central de esta casa de estudios llegó a su límite en desarrollo urbano.
Para dar una idea de la importancia de la Reserva, el biólogo precisó que en el Distrito Federal se conocen 57 especies de moluscos, de los cuales 23 habitan aquí, siete en Chapultepec y cinco en Xochimilco, entre otros sitios.
Además, contiene unas 200 de palomillas, que representan el 29.8 por ciento de las que existen en la ciudad. “Es una riqueza que a veces no se ve, pero que al estudiarla con detalle da cuenta de su gran diversidad”, subrayó.
El ecosistema de la REPSA tiene dos estaciones al año: una seca, que va de noviembre a mayo, y una lluviosa, de junio a octubre. En la primera, el Pedregal aparenta ausencia de vida, pero no es así. Ocurre que, sin agua, los seres vivos reducen su actividad física para poder tolerar la sequía.
En tanto, en la lluviosa renace, procesa la energía del Sol, acumula nutrientes y agua para crecer y reproducirse.
Cano Santana invitó a conocer la REPSA y a participar en diversas actividades de conservación, que incluyen docencia, investigación y difusión de este laboratorio vivo.
 



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