El artista Ramón Pous y la curadora Mariana David nos platican de su trabajo en el Festival de Flores y Jardines, FYJA -Por Christiane de Anda @doniacuca
A propósito de la primavera
Por Christiane de Anda
Llegó la primavera a la Ciudad de México y con ella, el Festival de Flores y Jardines del Jardín Botánico de Chapultepec. Como cada año, nuestro parque se viste de gala gracias a los enormes talentos involucrados de horticultura y arte para darnos una muestra del enorme abanico de posibilidades que el clima de nuestra ciudad permite.
Con decenas de muestras de jardines; desde humedales con tortugas y hasta una panga, un jardín de cientos de dalias y una muestra de todas las cactáceas que habitan naturalmente en nuestro territorio, la organización Plantando con Causa nos invita a ver esta hermosa exposición, inspirada en el famoso Chelsea Flower Show, con una gran demostración de la biodiversidad nacional que instiga a los visitantes en ésta, su segunda edición, a recorrer sus jardines y exhibiciones florales, incluyendo una diversidad de talleres, que nos invitan a acercarnos al paisajismo, al arte floral y a la jardinería, pasando un hermoso día de campo con amigos y familiares de todas las edades, en el mismísimo corazón de nuestra Ciudad.
Nos lanzamos a ayudar al responsable de la intervención escultórica en el espacio de cáctaceas, Ramón Pous a colocar más de 7 toneladas de piedra boleada de mármol y aprovechamos para echarnos un clavado dentro de su historia y esto es lo que nos platicó:
¿Cuál es tu background? ¿De dónde viene Ramón Pous?
Siempre me encantó dibujar, en secundaria era mucho logotipo, de ahí me meto a hacer fotografía; acabando preparatoria, seguí dibujando, Parsons, clases de diseño, teoría del color, historia del arte. Mi madre tenía muchos libros y nos llevaba mucho a museos en viajes, y exposiciones. Sobre todo, diseño modernista, en especial muebles del siglo XX. Es un lenguaje muy familiar, el diseño de las décadas 50 a 80. Yo acabo estudiando mercadotecnia. Nunca le entré completamente a las Fine Arts, siempre preocupado por el dinero. Ser diseñador, ser artista en los ochenta era un gran riesgo, por eso me fui, por protegerme, hacia la mercadotecnia, a pesar que mi amor siempre fue, sobre todo, la escultura.
¿Qué narrativas personales se relacionan con tu arte? ¿De qué habla tu arte?
Yo creo que mi arte se ha ido mucho hacia lo que es la naturaleza, que es en donde encuentro yo al Gran Espíritu, a Dios, a esa Inteligencia Creadora. Con la edad empecé a admirar más a la naturaleza que a los humanos. Me gusta mucho la repetición, los patrones que van teniendo pequeñas variaciones. En la naturaleza, los patrones no son como los que hacemos los humanos, van mutando; ahí es donde yo estoy: en una mutación natural orgánica, en una progresión orgánica de esos patrones. Eso es algo que sigo observando mucho. Las piedras, los huesos, la parte funcional del esqueleto de un animal, las formas que de repente tienen una función, eso me atrae mucho.
¿Qué técnicas utilizas ahora y cómo han evolucionado?
Yo empecé haciendo fotografía análoga. Me gustaba mucho fotografiar gente, me atraía mucho la belleza humana: la mujer, el cuerpo humano, lo que expresa la cara. Me pasé a fotografía digital cuando sentí que las cámaras ya habían dado un buen brinco; eso me dió mucha libertad. Antes contabas tu rollo, cuanto te iba a costar, revelar; no sabías si te iba a quedar bien o mal. Se volvió un experimento. Empecé a jugar con la cámara y hacer barridos, en la noche con luces, contraste, fuera de foco… de repente sentí que demasiada gente estaba haciendo foto. Me saturé de la imagen, así que regresé a la forma, que me encanta.
Me gusta el barro sobre todo, es el medio que mas disfruto porque tiene esa fluidez, le pones más agua o menos agua y tus manos fluyen ahí… como el río o como el mar que van puliendo una piedra o un tronco.
¿Cuáles son tus inspiraciones, tus grandes influencias?
Sobre todo la naturaleza. Los huesos y las piedras, las formas de las hojas. Cuando era mas chico me gustaban mucho las formas de los animales, las mantarrayas, el tiburón… más que nada lo que es stream-lined, me gusta mucho todo lo que no ofrece resistencia al aire o al agua y fluye. Brancussi, si me pongo a pensar lo que hace mas de 100 años, era un visionario. Limpísimo. Me gusta mucho la arquitectura futurista, lo que hace Rodkin, Zaha Hadid; ese tipo de arquitectura muy compleja, de mucha curva, me encantaría colaborar con arquitectos que traen un poco ese perfil.
¿Cómo se relaciona Ramón Pous el artista con el sanador?
Tengo un maestro que se llama Ichiro, super master. En algún momento le comenté “estoy percibiendo que en la sanación hay mucho arte, por la música, por los movimientos, las plumas…”, me gusta pensar en la sanación como Healing Art, El Arte de la sanación. Eso me encanta, saber que es una arte la sanación y que hay mucho arte dentro de la sanación. Me gustaría llegar a un punto donde el arte que hago transmita suficiente pureza, belleza, que algo te transmita de paz, que pueda meterte en un estado mental al sacarte un poco de tu realidad. Creo que eso puede ser sanador.
¿Qué riesgos y sacrificios has tomado en tu vida por el arte?
Con esta obra fue cargar costales de piedras durante dos días, ¡me duele todo el cuerpo! ahora ya tengo ayuda pero hubo dos días donde si acabé molido. Siento que fue como una especie de ofrenda, de sacrificio a la obra y al espacio: al Bosque de Chapultepec. Pero trato de que mi arte no sea tortuoso, que sea un gozo. Realmente es terapéutico para mí hacer arte.
Por último, ¿qué le recomiendas a aquellos más jóvenes o viejos que están incursionando en el mundo del arte por primera vez?
Primero hay que quitarse el miedo. Piénsenlo como una terapia. Mi error fue hacer arte mercadeado. Mientras más avanzo creo que hay cosas que son importantes de tomar en consideración, pero sobre todo, tratar de expresar lo que traes realmente y dejar de preocuparte por el “qué dirán”. Creo que es importante la historia del arte, porque muchas veces puedes pensar que estás descubriendo el hilo negro y te das cuenta que alguien ya lo hizo y ya lo hizo de una forma muy buena y bonita, aunque puede ser muy paralizante arriesgarse, quitarse ese miedo y experimentar; sobre todo buscar tu propio lenguaje. Hay que buscar quitarse el temor de expresar y hacer lo que te gusta pero no de una forma naif donde lo mismo ya se hizo y se hizo muy bien.
Christiane de Anda en el montaje del Festival de Flores y Jardines de la Ciudad de México en el Jardín Botánico de Chapultepec.
Entrevista a Mariana David, Curadora del FYJA
-¿Quién es Mariana David y cómo llega al FYJA?
Soy una historiadora del arte de formación interesada en el mundo natural y en las relaciones que establecemos los seres humanos con lo que llamamos naturaleza, como si nosotros mismos fuéramos otra cosa. Me interesa la re conexión con esa naturaleza desde varios puntos de vista, un hecho que se vuelve urgente en una era de despilfarro y destrucción. Llegué a FYJA por recomendación de artistas que trabajaron en el Jardín Botánico de Chapultepec y por invitación de Patricia Elias Calles, su directora. A ella le interesa mucho integrar el trabajo de artistas a estos espacios. Le presenté una propuesta de intervenciones artísticas para esta edición del festival y fue aceptada. Esperamos presentar más obras que dialoguen con el Jardín Botánico en otros momentos, más allá del Festival.
-¿Que criterios se utilizaron para escoger a los artistas involucrados?
-Se invitaron a participar a artistas que tienen un diálogo cotidiano con las plantas y el mundo natural, un profundo interés en la relación del ser humano con la naturaleza, hecho que se refleja en sus prácticas artísticas. Dichos artistas experimentan un sentido de trascendencia en esta conexión con el reino vegetal. El proyecto curatorial resultante, titulado Natura, tiene como objetivo invitar al visitante a experimentar una re conexión con su propia naturaleza, recordando el término griego que desde la Antigüedad vinculaba al mundo natural como la verdadera condición de todo lo existente.
– ¿El arte siempre ha sido parte del FYJA?
Si, desde la primera edición hubo intervenciones artísticas.
– ¿Qué nos puedes contar de las obras y artistas que participan este año?
Ramón Pous Landa nos recuerda que no existen líneas rectas en la naturaleza con su dibujo tridimensional titulado Improvisación blanca. Basándose en el ritual y la intuición, el artista utiliza piedras de mármol blanco para romper con la linealidad y la rigidez de las jardineras de cactáceas. Haciendo eco de las ilusiones ópticas del Op Art y de la interacción con el paisaje y los elementos naturales del Land Art, su objetivo es devolver al paisaje su carácter orgánico. Así como las gotas de lluvia o las olas del mar, el flujo de la vida se manifiesta en curvas y círculos que no siguen un orden reticular.
Dentro del Orquideario, Alvaro Ruiz Mayagoitia presenta Pieza octofónica para orquídeas y otras especies endémicas de México, una instalación sonora compuesta ex profeso para la flora que habita en este espacio. Trabajando a partir de la fusión del objeto-sujeto, el artista pasó tiempo conviviendo con las plantas y las flores como una forma de meditación con ellas. A partir de las texturas, sonoridades y sensaciones que experimentó, les compuso la música que ahora podemos escuchar como testigos de una comunicación interespecies.
Iniciando en el Orquideario y continuando hacia distintos puntos del Jardín Botánico, la Danza de mantis y orquideas nos sumerge en un juego de mimetismo y camuflaje entre una mantis, una orquídea y una mantis orquídea. Esta última, confundida de su propia evolución, sabe que es un insecto pero se reconoce más en la flor. Con vestuario diseñado y elaborado por Isabelle Mahnes y coreografía a cargo de Franghia Ballesteros, los personajes interactúan con los visitantes mientras intentan comprender su lugar en el mundo.
¡Así que no se pierdan este fin de semana uno de los festivales más hermosos que nos ofrece nuestra ciudad y nuestra madre naturaleza!
¡Vámonos al Bosque de Chapultepec!