“El hombre nace libre, responsable y sin excusas" Jean Paul Sartre por Rafael Martínez de la Borbolla @rafaborbolla

Sartre
Rafael Martínez de la Borbolla @rafaborbolla
 
“El hombre nace libre, responsable y sin excusas”.- Jean Paul Sartre
 
Filósofo y escritor prolífico, con claroscuros que solo permiten admirarlo o criticarlo, símbolo de una de las cualidades que sí se le reconocen: la de agitador de conciencias. Soberbio polemista: su prosa, que solía ser siempre inteligente pero seca y áspera, en el debate se enardecía, brillaba y parecía insaciable el afán de aniquilación conceptual de su contrincante. No se equivocó Simone de Beauvoir cuando dijo de él que era “una máquina de pensar”, aunque habría que añadir que ese intelecto desmesurado, esa razón razonante, podía ser también, por momentos, fría y deshumanizada como el hielo.
 
Jean Paul Sartre nació en París el 21 de junio de 1905. Su padre murió cuando él tenía pocos meses de nacido, viviendo su infancia bajo la cuidadosa y suave tutela de su madre y abuelo materno. Estudió en el Liceo Enrique IV y en la Escuela Normal Superior y se graduó con distinción en 1928. Ejerció la docencia en Laon, Le Havre y Neuilly, durante su juventud viajó por Alemania, Grecia y Egipto, lo cual le abrió la mente a pensamientos distintos a los de su origen, estudió las filosofías existencialistas y fenomenológicas de Kierkegaard, Heidegger y Husserl.
 
Según sus biógrafos, cuando leyó en su adolescencia el ‘Ensayo Sobre los Datos Inmediatos de la Conciencia’, de Henri Bergson, Sartre supo que el camino que debería emprender sería difícil, pues la filosofía lo envolvió como un modo de ver la vida.
 
Adoptó su principio básico de que la existencia precede a la esencia en su primera novela, alcanzando de golpe la fama mundial “La náusea”, de 1938 en la cual después de haber pasado unos años viajando, Antoine Roquentin, hombre de treinta años que disfruta de una modesta renta, se halla instalado en la ciudad portuaria de Bouville dedicado a escribir un libro sobre un turbio aristócrata del siglo XVIII. Sin embargo, un día se ve asaltado por una sensación desconocida, la Náusea, cuya revelación como el sentimiento radical de la contingencia y la soledad del ser humano cambiará por completo su vida de sentido. En esta, su primera obra, y en diversas narraciones cortas, el filosofo dibuja la trágica angustia de un alma consciente de hallarse condenado a ser libre. Según sus palabras, esta pavorosa libertad significa que el hombre ante todo existe, se encuentra a sí mismo, se agita en el mundo y se define después, y por lo tanto, está condenado en cada instante de su vida a la absoluta responsabilidad de renovarse.
 
Sartre será movilizado en septiembre de 1939 tras la declaración de guerra de Francia a la Alemania Nazi, el 21 de junio del 40 Jean Paul es hecho prisionero en Padoux, sin haber llegado a disparar un sólo tiro y llevado al campo de prisioneros de Trèves de donde se fuga en marzo de 1941, haciéndose pasar por un civil. En abril retomará su puesto en el Liceo Pasteur de París.
 
Debido a la guerra y a la ocupación Nazi, la actividad cultural se ve limitada y censurada, pese a lo cual publicará en 1943 la obra de teatro de “Las moscas”, que será representada en París, los ocupantes nazis fueron bastante tolerantes con la presentación de esta obra de Sartre, a pesar de la voluntad del filósofo de hacer con ella una práctica de su Resistencia intelectual, así fuera una obra rebelde, con una crítica amarga a la guerra y de “El ser y la nada” su primera obra filosófica en la que exalta la ética y la moral personal.
 
Sartre se adhiere al “Comité nacional de escritores” y colabora con los periódicos clandestinos “Combat” y “Lettres françaises”. Conoce a Albert Camus, con el cual le unirá una amistad que ira disminuyendo ante la creciente fama de Camus, terminando en una animadversión filosófica fomentada por Sartre.
 
En 1945 participa, junto con Simone de Beauvoir con quien tuvo una relación sentimental tormentosa pero que duraría toda su vida, en la creación de la revista “Les Temps Modernes”. También de ese año es la edición de los dos primeros volúmenos de “Los caminos de la libertad”, a la que seguirán, en los años siguientes, en 1946, la primera edición de: “Muertos sin sepultar”, “Reflexiones sobre la cuestión judía”, “La puta respetuosa”, “El existencialismo es un humanismo”. En 1947, la primera edición de “Baudelaire” y del primer volumen de la serie “Situaciones”.
 
El tema central en la obra de Sartre será el existencialismo o la realidad humana, es decir el hombre en su existencia concreta y lo llama, siguiendo a Heidegger, el hombre como ser en el mundo. A su vez, Sartre, concibe a la existencia humana como existencia consciente. El ser del hombre se distingue del ser de la cosa por ser consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí; en este punto se diferencia de Heidegger, quien deja fuera de juego a la conciencia. El existencialismo no cree en normas generales válidas para todos, no tiene un sentido de referencia concluyendo que el hombre bajo su responsabilidad debe crear sus propias normas. Cuando realiza una elección, tiene inseguridad si es buena o mala, por lo tanto va acompañada de angustia.
 
El existencialismo de Sartre, afirma que el hombre comienza por existir y sólo después será tal como se haya hecho, porque el hombre no será otra cosa más que eso. Es ante todo un proyecto y es responsable de lo que es. Elegir es inventar, dice Sartre, porque ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer. El hombre debe comprometerse y luego actuar sin esperanza, y sin ilusionarse, hará lo que pueda. Lo que no puede es no elegir porque aunque no elija, está eligiendo no elegir. Un hombre que se compromete en la vida, dibuja su figura con sus actos y fuera de eso no hay nada. El cobarde no nace cobarde, se define a partir del acto que realiza, lo mismo ocurre con el héroe.
 
Fue el líder moral de la oposición en su país a la guerra de Argelia y un acérrimo critico de la guerra en Vietnam. Tras la invasión de Hungría por los Soviéticos se convirtió en un fuerte crítico del estalinismo, aunque su relación con el comunismo fue fluctuante, se solidarizó con los más importantes acontecimientos políticos de su época, como las Revolución Cubana, las manifestaciones por estudiantes en Francia de 1968 y la Revolución Cultural China.
 
En 1960 publica su último ensayo sobre filosofía “Crítica de la razón dialéctica”. En esta obra manifiesta la nulidad del individuo frente a la sociedad moderna. La revolución es para Sartre el único camino para recuperar la libertad.
 
Para el año 1964 sale publicado su libro autobiográfico “Las palabras”, quizá el libro de más fácil lectura de toda su obra, en donde el filosofo abre su alma. “Las palabras” es un ensayo y un conmovedor testimonio de vida. El autor rastrea en su niñez la toma de conciencia de su individualidad e identifica las ventajas y desventajas del contexto familiar que lo moldeo en el mundo literario. Recrea su infancia y señala las huellas de su quehacer profesional: la herencia de los suyos, sus miedos, la ausencia del padre, su desarrollo afectivo dentro de una familia sin otros niños, su soledad, y también el llamado que escucha un día por azar y que será el origen de su aspiración a la gloria y deseo de permanencia.
 
Ese mismo año recibe el premio nobel de literatura, el cual rechaza mediante una carta publicada en el periódico Le Figaro, en la que expresa y aplica su filosofía de vida para aclarar por qué no quería aceptar el Premio Nobel. En este –ejercicio de coherencia para algunos, de altanería para otros– el escritor apunta que siempre ha rechazado condecoraciones oficiales, como la Legión de Honor, que se le concedió por su papel como miembro de la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial y que también declinó. A partir de ahí explica que su decisión está ligada a su concepto del trabajo de escritor. “Un escritor que adopte posiciones políticas, sociales o literarias debe actuar solo con sus propios medios, esto es, el mundo escrito. Todos los honores que pueda recibir exponen a sus lectores a una presión que no considero deseable”. Una paradoja más de Sartre fue convertirse en un Nobel sin Nobel. Es decir, aunque él lo rechazó, su nombre siguió figurando entre los laureados muy a pesar suyo, “el laureado nos informa que él no desea recibir este premio, pero el hecho de que él lo haya rechazado no altera en nada la validez de la concesión”, se limitó a informar Estocolmo. Algo que para muchos constituyó una afrenta a su memoria. Y para otros, una indeclinable gloria a la cual jamás pudo sustraerse.
 
Tras haber terminado el libro, El idiota de la familia (1972), dedicada al tema de la creación literaria, fruto de diez años que dedicó a la investigación de la personalidad de Gustave Flaubert, inicia un progresivo quebranto de salud que lo lleva a la ceguera, falleciendo el 15 de abril de 1980, a los 74 años de edad, en el hospital de Broussais, fue enterrado el 20 de abril en el cementerio de Montparnasse, en París, rodeado de una inmensa multitud.
 
En su libro “La Nausea” escribió “Algo comienza para terminar: la aventura no admite añadidos; sólo cobra sentido con su muerte. Hacia esta muerte, que acaso sea también la mía, me veo arrastrado irremisiblemente. Cada instante aparece para traer los siguientes. Me aferro a cada instante con toda el alma; sé que es único, irremplazable y, sin embargo, no movería un dedo para impedir su aniquilación. El último minuto que paso en brazos de una mujer conocida la antevíspera minuto que amo apasionadamente, mujer que estoy a punto de amar terminará, lo sé. Me inclino sobre cada segundo, trato de agotarlo; no dejo nada sin captar, sin fijar para siempre en mí, nada, ni la ternura fugitiva de esos hermosos ojos, y sin embargo, el minuto transcurre y no lo retengo; me gusta que pase. Y entonces de pronto algo se rompe. La aventura ha terminado, el tiempo recobra su blandura cotidiana. Ahora el fin y el comienzo son una sola cosa. Aceptaría revivirlo todo, en las mismas circunstancias. Pero una aventura no se empieza de nuevo ni se prolonga.””
 
 

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