Jorge Luis Borges y su encuentro con Juan Rulfo en México en 1973
Una conversación entre Borges y Rulfo
“Muriéndome por ahí”
En 1973 Jorge Luis Borges visitó la ciudad de México, donde pidió como favor, reunirse con su amigo Juan Rulfo. Aquí un extracto de la conversación que sostuvieron.
Rulfo: Maestro, soy yo, Rulfo. Que bueno que ya llegó. Usted sabe como lo estimamos y lo admiramos.
Borges: Finalmente, Rulfo. Ya no puedo ver un país, pero lo puedo escuchar. Y escucho tanta amabilidad. Ya había olvidado la verdadera dimensión de esta gran costumbre. Pero no me llame Borges y menos «maestro», dígame Jorge Luis.
Rulfo: Qué amable. Usted dígame entonces Juan.
Borges: Le voy a ser sincero. Me gusta más Juan que Jorge Luis, con sus cuatro letras tan breves y tan definitivas. La brevedad ha sido siempre una de mis predilecciones.
Rulfo: No, eso sí que no. Juan cualquiera, pero Jorge Luis, sólo Borges.
Borges: Usted tan atento como siempre. Dígame, ¿cómo ha estado últimamente?
Rulfo: ¿Yo? Pues muriéndome, muriéndome por ahí.
Borges: Entonces no le ha ido tan mal.
Rulfo: ¿Cómo así?
Borges: Imagínese, don Juan, lo desdichado que seríamos si fuéramos inmortales.
Rulfo: Sí, verdad. Después anda uno por ahí muerto haciendo como si estuviera uno vivo.
Borges: Le voy a confiar un secreto. Mi abuelo, el general, decía que no se llamaba Borges, que su nombre verdadero era otro, secreto. Sospechoso que se llamaba Pedro Páramo. Yo entonces soy una reedición de lo que usted escribió sobre los de Comala.
Rulfo: Así ya me puedo morir en serio.