Miguel Calderón por Naomi Palovits @naomipalovits

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Fotografía: Kurimanzutto

Miguel Calderón es uno de los artistas contemporáneos de México más celebrados dentro y fuera del país.

El fundador de la Panadería, una de las primeras galerías de arte independiente en el DF, nos platica en exclusiva cómo era el arte contemporáneo en México antes de la era digital y nos comparte su más reciente pasión, la de hacer libros. Intervenir la realidad es el eje central en toda su obra, así que no nos debe sorprender que uno de sus sueños es hacer telenovelas, esperemos que algún día lo consiga.

No importa el formato ni las formas. Si existen reglas, seguramente ya las ha roto todas. Un día puede estar fotografiando a su familia en ropa interior y otro día editando un video de fútbol entre Brasil y México, en donde, por su puesto, México golea al gran campeón, pues para Miguel Calderón todo es posible y lo que no, se lo inventa. Y si el arte no es justamente eso, entonces que alguien me diga qué es.

Dice el escritor mexicano Guillermo Fadanelli que no es sencillo situar tu obra, pues a cada paso desconciertas, sin embargo ese desconcierto siempre resulta bien acertado, ¿cómo te definirías como artista?

Hacer arte es el medio que tengo para aferrarme a la vida. Estoy obsesionado con disectar la realidad aunque sé que jamás lo lograré, por eso sigo mis instintos y no me apego a fórmulas. Busco todas las posibilidades de establecer y explorar un lenguaje visual alterno a lo preestablecido. Mi trabajo está ligado directamente a las situaciones que acontecen en mi entorno y cómo éstas me van guiando a conclusiones por medio de procedimientos físicos y mentales, es un proceso que nunca acaba.

¿Cuándo te diste cuenta que querías hacer arte? Puedes retroceder en el tiempo y mencionar algún evento o anécdota que te empujó hacia donde te encuentras ahora?

En la primaria entretenía a toda la clase haciendo caricaturas del maestro de Matemáticas con trenzas saliéndole por la nariz y gracias a esto lograba cierta aceptación entre mis compañeros. Dibujando lograba escaparme de una realidad que me incomodaba. Recuerdo que como a los 8 años, mi madrastra nos dio dinero a mí y mis hermanas para darle un regalo de navidad a mi padre. Las convencí de que le teníamos que dar una cámara Polaroid la cual me tenía obsesionado. Al final fui yo el que la acabó utilizando para explorar cosas que me parecían interesantes. Recuerdo con mucha nostalgia unas fotografías que nunca pude recuperar en las que mis hermanas modelaban adentro de un tambo enorme de basura haciendo muecas como si les hubiera dado un aire en la cara. Nuestros padres nos decían: “si haces una cara desagradable te va a dar un aire y te vas a quedar así para siempre”… Más tarde cuando vi unos grabados de Hokusai o unos dibujos de Georg Grosz, inmediatamente me vinieron esas fotografías y caricaturas a la mente.

Hemos visto distintas disciplinas exploradas a lo largo de tu obra, ¿hay alguna con la que te identifiques o te diviertas más?

Recientemente hacer libros se ha vuelto un medio importante para mí. Tengo tantas imágenes en mis archivos, me gusta establecer un ritmo, agregar textos, editar y revisar el orden hasta que todo cuaja. Me interesa sugerir historias por medio de imágenes sin resolverle todo al lector, por lo que su participación es fundamental. Por eso me interesan como objetos que uno puede tocar, consultar y ver sin limitaciones de tiempo.

Esto podrá sonar un poco cursi, pero, a veces, cuando estoy haciendo un video, tengo fantasías de que estoy liderando un barco pirata con la misión de saquear todo lo que acontece en el momento. Siempre digo que voy a montar una bandera pirata durante la producción pero a la hora de grabar hay que pensar en tantas cosas que se me olvida y se me hace ridículo.

¿Qué significa para ti ser mexicano y cómo el país y sus formas han influenciado tu trabajo?

Estoy obsesionado con las infinitas posibilidades de trabajo que existen en México porque no hay limitaciones. Como artista, vivir en el caos es atractivo, pero como ciudadano en búsqueda de un lugar habitable no es funcional. Antes pensaba que sólo podía producir mi trabajo acá, pero hoy en día a donde voy, me adentro en lo que hay y me enfoco en encontrar anomalías, historias interesantes, objetos fuera de lugar, como por ejemplo el caso de una obra reciente que realice in situ, una semana antes de la apertura mi exposición en Rochester.

Me paré frente a una escuela porque me llamó la atención una imagen. Eran unos ladrillos en la esquina del edificio que se habían cuarteado. Un hombre se me acercó y me preguntó que cuándo iban a demoler la escuela y yo le contesté que sólo estaba tomando fotos de la imagen porque parecía un relámpago. Me contestó que esa marca la había generado justamente el golpe de un relámpago y que estaba muy deprimido porque iban a demoler la escuela que había visto desde su ventana durante 26 años. Nunca supe si la historia era verdadera o no, pero después de un proceso burocrático conseguí montar una escultura que recreaba las líneas blancas resanadas justo en esa pared, de forma que parecía que un relámpago salía desde ahí mismo. Quedé muy satisfecho con la escultura porque trascendía las paredes del museo: mucha gente se paraba a tomarle fotografías y observaba ese objeto efímero sin una función específica y que finalmente caería junto con el edificio. Un ingeniero llegó a decir que estaba impresionado con la manera como el metal se mantenía erguido desde la pared y al despedirse nos gritó que un pueblo como Rochester necesitaba más gente como nosotros.

¿Cómo ha cambiado la situación para un artista desde la Panadería?

Antes cuando había un evento, hacíamos fotocopias, peinaba la ciudad repartiendo volantes; por lo tanto, había un contacto físico con los demás. Hoy en día con un clic la gente tiene acceso a lo que sucede. Para mí había algo interesante en esa falta de comunicación: la búsqueda constante de espacios conllevaba muchas sorpresas. En México hay tantas manifestaciones, que es algo que con o sin Internet seguirá sucediendo, sin embargo, esa búsqueda incógnita me llevó a descubrir lugares y espacios de los cuales realmente no sabía absolutamente nada.

La Panadería surgió como una necesidad de artistas inconformes y que no encajaban con lo que pasaba. Hacer arte “alternativo” en sí ya era un acto de rebeldía. Hoy existe mas apertura en cuanto a los diferentes lenguajes y el mercado es algo mucho más presente en la formación de los artistas. Antes las cosas no llevaban tanta explicación, el statement se ha vuelto de gran importancia para la subsistencia de mucha obra. Nunca he juzgado si eso y el mercado del arte son factores positivos o negativos, simplemente las reglas cambian, pero en esencia yo sigo buscando lo mismo cuando veo la obra de un artista. Me interesan las cosas que retan mi manera de concebir la realidad y recalcan que en el arte no hay reglas, nunca habrá una sola manera de hacer arte.

¿Como artista, cuáles son tus ambiciones?

Seguir el curso de mis instintos y divulgar un estilo de vida de libertad absoluta en un entorno que no siempre lo permite. Apuntar a lo absurdo de los protocolos innecesarios que se han establecido en el lenguaje, y estudiar a fondo mi propia naturaleza humana al igual que la de los que me rodean.

¿Cuál sería tu dream-project?

Me gustaría decir que no tener limitaciones en relación a la producción con recursos ilimitados, pero si no las hubiera, probablemente me aburriría tremendamente y con el tiempo he descubierto que son esas limitaciones las que hacen que mi obra sea más interesante. Me gustaría que me prestaran un set de telenovelas durante un año, con un crew efectivo, un gran equipo de arte, y contar e improvisar cuantas historias surjan durante el proceso. La cosa es que al decirte esto me contradigo, porque no veo limitación alguna, en verdad hay millones de lugares que funcionarían como sets. El fracaso es clave de mi obra, gran parte de mi trabajo reciente es una investigación de obras inconclusas, fallidas. ¡Pero acepto que contar con una cuenta bancaria ilimitada para hacer videos no estaría mal!

¿Por qué retratar a tu familia en calzones?

Cuando se lo propuse a mi abuelo, el patriarca de la familia, austriaco, sobreviviente de dos guerras mundiales, hombre muy derecho, me contestó sarcásticamente que sólo lo haría si le daba una carta oficial del Louvre acreditando que sólo ahí sabían lo que era el arte. Conseguí la carta a través de un curador que conozco y después de años de insistencia, mi abuelo aceptó diciendo que era un hombre de palabra. Finalmente lo convencí de que hay diferentes métodos de hacer arte. Lo mejor fue que después del proyecto me dijo que finalmente comprendía lo que era el arte contemporáneo. Estar en calzones me parece aún más íntimo que estar desnudo, fue un ejercicio de persistencia y una manera con la cual mi familia se abrió de manera interna.

¿Qué fue Papi Paga y por qué el nombre?

Papipaga ya no existe, fue el nombre de una pequeña compañía productora que utilizaba para hacer mis proyectos. Estaba basada en el sentido del humor de Luis de Alba alias “El Pirruris”, que sarcásticamente y de manera muy acertada se burlaba de los niños ricos que siguen abusando de este país. También recuerdo que durante una de mis primeras exposiciones en México, yo estaba de viaje trabajando, mi padre fue a montar la obra y se corrió un rumor de que él era el autor de mi trabajo. Por otro lado mi padre ha sido parte integral de lo que hago, actuando en varios de mis proyectos.

¿En qué trabajas en estos momentos?

Me invitaron a hacer un libro de artista, la única limitación es que sea blanco y negro y de 150 páginas. Muchas veces, las cosas más sencillas son las más complicadas de hacer.

Entrevista realizada por Naomi Palovits

Miguel-Calderon
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