¡Que viva México! (1931) Sergei Eisenstein – Ver película completa #México
La saga mexicana del famoso director soviético comenzó en agosto de 1929, después de haber finalizado el rodaje de La línea general (1929). Eisenstein y sus colaboradores, Grigory Alexandrov y Eduard Tissé, salieron de Moscú para atender diversas invitaciones a congresos cinematográficos en Europa. La gira los condujo finalmente a los Estados Unidos, en donde los esperaba un contrato con la Paramount. Era la época en que Hollywood importaba talentos europeos para satisfacer su creciente demanda de películas, por lo que no debe parecer extraño que la Meca del cine se interesara en el afamado director de El acorazado Potemkin (1925).
La experiencia hollywoodense de Eisenstein fue un verdadero desastre. A lo largo de 1930, el cineasta y sus colaboradores trabajaron en dos proyectos: “Sutter’s Gold”, un guión original sobre la fiebre del oro en California, y “An American Tragedy”, una adaptación de la novela homónima de Theodor Dreiser. Desanimados por el rechazo de ambos proyectos, los soviéticos terminaron aceptando la invitación del novelista Upton Sinclair, quien junto con otros intelectuales de izquierda deseaba producir una película sobre México.
Nuestro país no le era extraño a Eisenstein. En 1919, el cineasta había diseñado la escenografía para la puesta en escena de la obra teatral “El mexicano” de Jack London. La visita de Diego Rivera a Moscú en 1927 había iniciado una relación amistosa entre el pintor mexicano y el cineasta. Revolucionario convencido, Eisenstein deseaba fervientemente conocer el país de la primera revolución del siglo veinte. Animado por el apoyo que le ofrecía Sinclair, el director inició la producción de ¡Que viva México! (1930-1932) una de las cintas inconclusas más famosas de la historia del cine.
¡Que viva México! era desde su inicio un proyecto muy ambicioso. La cinta consistiría en cuatro episodios: “Sandunga” (una boda indígena en Tehuantepec), “Maguey” (el sacrificio de unos campesinos en una hacienda porfiriana), “Fiesta” (la preparación de un torero para el ruedo) y “Soldadera” (estampas de una mujer revolucionaria). El filme incluiría además un prólogo sobre el México prehispánico y un epílogo con imágenes del Día de Muertos.
El rodaje inició a finales de 1930. Un año después, el director había filmado unos 200 mil pies de película y aún no comenzaba a filmarse el cuarto episodio. Siempre un perfeccionista, Eisenstein había preferido sacrificar el presupuesto antes que su compromiso estético. Esta situación, aunada a la mala reputación personal que Eisenstein generó ante Sinclair, hicieron que el productor ordenara el cese del rodaje en enero de 1932.
Eisenstein pensaba que podía terminar la película con el material que había filmado y enviado a Los Ángeles. Sin embargo, el disgusto de Sinclair fue tan definitivo que el escritor movió influencias para que Eisenstein no pudiese ingresar de nuevo a los Estados Unidos. Adicionalmente, Sinclair se comunicó con Stalin y acusó al director de frívolo y alejado de los principios socialistas. Esta acusación, a la larga, convertiría a Eisenstein en el “ángel caído” de la cultura soviética y tendría repercusiones negativas en sus futuros proyectos.
A pesar del boicot de su productor, Eisenstein y sus colegas lograron obtener la visa para reingresar a los Estados Unidos en marzo de 1932. El permiso estaba condicionado, por lo que los soviéticos no pudieron pasar por Hollywood en su camino hacia Nueva York. En abril, Eisenstein logró ver por primera y última vez el material que había filmado en México. Antes de partir, el director y Sinclair llegaron a un acuerdo que permitiría a Eisenstein editar el material en Moscú. Grigory Alexandrov se quedó en los Estados Unidos para recibir el material, pero Sinclair se comprometió a enviarlo. Tras el regreso de Alexandrov, el escritor envió los rollos, pero cuando estos llegaron al puerto de Hamburgo ordenó que los regresaran. De esta manera, la obra mexicana de Serguei M. Eisenstein nunca volvió a estar en sus manos.
Con el material de ¡Que viva México! se hicieron diversos montajes, ninguno de los cuales puede considerarse como definitivo. Sinclair proporcionó el material al productor Sol Lesser para realizar Thunder Over Mexico (1933). Al año siguiente, el mismo productor editó dos cortos titulados Death Day (1934) y Eisenstein in Mexico (1934). Le siguió Time in the Sun (1956), editada por Marie Seaton, amiga y biógrafa del director. En 1977, el propio Alexandrov construyó su versión muy personal del material, la cual bautizó con el título original.
En nuestro país, las imágenes de ¡Que viva México! fueron admiradas desde su rodaje y la influencia que tuvieron fue decisiva para la creación de una estética fílmica mexicana que tuvo a sus máximos exponentes en el cineasta Emilio Fernández y el fotógrafo Gabriel Figueroa.
Eisenstein nunca pudo recuperarse de la tragedia que le significó perder el control sobre ¡Que viva México! Enfermo y deprimido, el cineasta se encerró por una temporada y aunque retornó al cine para filmar dos obras maestras más, Alexander Nevsky (1938) y la primera parte de Iván el Terrible (1943-1945), su ánimo nunca pudo recuperarse. Rechazado por el régimen stalinista, el cineasta falleció sin haber visto finalizada la segunda parte de Iván el Terrible y sin haber podido realizar su ambicioso proyecto sobre el país de la primera revolución del siglo veinte
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