"Un café para Fernández" por Ivonne Baqués #HelloDFicción @amikaafeliz
Un café para Fernández
Ivonne Baqués
Amanda servía el café en su taza favorita, la blanca y alargada. Luego, puso dos cucharadas de raticida y las mezcló bien. Al girar la cuchara formando círculos con el café, Amanda recordó cuando le dijo a Martín que le gustaba la taza de Fernández y una semana después, éste le regaló una idéntica. Sintió nostalgia, pero después, un inmenso placer al imaginar a Karen protagonizando una escena casi conmovedora: lágrimas, gritos y un discurso repetitivo tratando de convencer a la policía de su inocencia. “Maldita perra, cero te importó mi sufrimiento, pues ahora cero me va a importar el tuyo. Por mí, te puedes pudrir en la cárcel”.
Llevaba meses planeándolo, todos los movimientos los tenía perfectamente estudiados. Como en cada junta de resultados, Amanda se sentaría junto a Fernández y él se aprovecharía de los oídos de su vecina de asiento para alardear sobre su último viaje o de lo bien que se lleva con el director de Coca Cola o de Bimbo o de su chingada madre, daba igual. Amanda había desarrollado la capacidad de fugarse mentalmente ante las conversaciones frívolas de Fernández, mientras sonreía, para que pareciera que cosas como el tamaño de la casa de Azcarraga o el auto nuevo de su hijo, le causaban algún interés.
Pasados los primeros minutos de haber iniciado la junta, Karen entraría a la sala llamando la atención de todos con sus kilométricas piernas y su diminuta falda, llevando en una mano una taza blanca y larga con café y en la otra, el plato con las galletas que Fernández devoraría sin pudor frente a todos los gerentes. “Gracias jefe, pero acabo de desayunar, dile a la golfa de tu secretaria que no se moleste en traernos galletas a todos, que aquí el único cerdo muerto de hambre que habla con la boca llena y deja moronitas en su lugar eres tú.” Karen dejaría el café y las galletas entre Amanda y Fernández. Después de un sermón infame como de una hora, él se levantaría frente a la pantalla para señalar con el apuntador los asquerosos números en rojo y Amanda, discretamente, cambiaría la taza de Fernández por la suya.
El plan era perfecto ante los ojos de todos: quien llevaría el café con el raticida, sería Karen, quien iría a la cárcel por matar al insufrible de Fernández. Sería Karen quien pagaría con 20 años de su vida por acostarse con Martín, mientras, Amanda se quedaría a cargo de la compañía y volvería con Martín, era lo justo.
Salió de su oficina con la taza blanca, el café, y el raticida. Caminando por el pasillo sonreía y saludaba a todos a su paso, mientras, unas gotas de sudor frío se deslizaban por su columna vertebral.
Al entrar a la sala de juntas, casi choca con Martín, quien le regaló una sonrisa franca y cálida. Amanda no supo que hacer, se sintió desarmada, llevaba meses evitándolo y cuando no tenía más remedio que hablar con él, era dura, seca y a veces hasta grosera. “¿Por qué la sonrisa? ¿Acaso busca un acercamiento?” Entonces Martín en tono burlón le arrebató la taza diciendo: “Qué buen gusto tienes, no te hubieras molestado.” Guiñó un ojo y se fue a sentar, llevándose la taza blanca, el café y el raticida…
“¡¿Un orgasmo?! ¿Es en lo único en lo que puedo pensar ahora? Si Martín toma de esa taza blanca, lo perderé para siempre, y yo sólo puedo pensar en ese orgasmo de dimensiones épicas, de mi respiración agitada y el cuerpo sudoroso de Martín sobre el mío…”
Paralizada se quedó Amanda a la entrada de la sala de juntas. Fernández, en tono burlón, atinó a preguntarle ¿Eres la nueva portera? ¿Qué no te piensas sentar? Pero las piernas no respondieron a la señal de: ¡Muévete, haz algo! Entonces entró Karen con su falda diminuta, una taza blanca y el plato de galletas. Mecánicamente, Amanda se sentó junto a Martín y enterrando el tacón de su zapato rojo en el pie del que fue su amante le preguntó al oído: “Cariño, ¿quieres que te entierren o prefieres la cremación?”.
Ivonne Baqués
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Ivonne Baqués
Conocimos a Ivonne Baqués en un taller de narrativa y la invitamos a participar en nuestra sección “DFicción”. Ivonne pertenece a la tribu de los Godínez de la Ciudad de México y se nota. Sus relatos destapan las obsesiones, deseos y frustraciones de quienes diariamente nacen y mueren dentro de los confines de la oficina.