Zoé "Aztlán – Advertencias de un nuevo sonido @carlosgvi @zoetheband

Zoé “Aztlán – Advertencias de un nuevo sonido

Por Carlos González

El miércoles 18 de abril del 2018 vio la luz el nuevo trabajo discográfico de Zoé, que lleva por título “Aztlán”. Esta palabra tiene por significado “lugar de la blancura” o “lugar de las garzas” y suele interpretarse como una antigua isla de la cultura azteca. Este antecedente se replicó aquella tarde de miércoles 18 de abril a las afueras del metro Insurgentes con un concierto sorpresa de la banda para dar la bienvenida a éste, un disco que suena a emoción y optimismo.


Su estética alegre es evidente si nos ponemos a pensar en que la banda se ha distinguido por adquirir un sonido oscuro y melancólico a lo largo de su carrera. La realidad es que esta oscuridad no deja de resonar en este nuevo disco cuando en canciones como “temor y temblor” sobresalta una atmósfera de ansiedad y trastorno, pero disfrutable por la inmediata calma, tal y como sucede con el ser humano mismo. La idea que despierta es una cita con la memoria si la relacionamos con la fuerza de un pueblo que se levantó después de un temblor el año pasado y la misma para superar la adversidad del tiempo. La verdad del asunto es que el aspecto social, cultural e incluso político adquiere e ilumina una parte esencial del disco, de forma particular con el conflicto de los individuos que hoy en día es más evidente. Conflictos personales, en sociedad, en pareja y de personalidad son el contexto evidente de esta nueva producción. “No hay mal que dure cien años” es una canción que invita a alzar la voz frente a un grupo privilegiado que detenta poder y comulga perversión sobre el hombre. Un grupo que no precisamente converge con valores, responsabilidades y libertades. Pudiese tratarse incluso de tu propio grupo de “amigos”.
 Siguiendo esta misma línea la canción que le da nombre al disco “Aztlán” representa una parte de nuestra historia para recordar ciertos conceptos como la unión, la sensatez, y el juicio para reclamar lo que nos pertenece en favor de la igualdad y la historia, a la par de una creación de imágenes que estremece el significado de la cultura en México. “Luci” y “Ella es magia” escenifican la parte personal del compositor de la banda de forma fresca, onírica y contagiosa. La llegada de seres que fundan una nueva familia es un motivo para agradecer a la vida y el tiempo que en la música justifican sinceridad. Ambas canciones transcurren a la par de sonidos nuevos que nos regalan incluso una voz más afinada y llena de sentimiento por parte de Larregui.

La sorpresa de la nueva producción tiene por nombre “Hielo”. Curiosamente esta pieza tuvo su primer contacto al público en el marco de la presentación del cartel del Festival Estéreo Picnic 2018 en Colombia y se acompaña de un video realizado por el propio León Larregui. Aquella presentación no cuenta con la voz de León como en el disco y la historia presentada en el video es fascinante. Un ser alienígena emprende una viaje fantástico por el espacio, lleno de colores, figuras tridimensionales, planetas, burbujas y divinidades. De forma cautelosa me atrevo a decir que este viaje refleja lo que Zoé ha construído en 20 años. La construcción de personajes fantásticos/ ficticios como Reptilectric y Memo Rex, o de terrenos que nunca vimos pero que imaginamos gracias a su música como Aztlán, la vía láctea, la luna y andrómeda, reflejan uno de los propósitos per se de la música que pocos logran alcanzar y afianzar: creatividad. 
El romanticismo tiene de nuevo un espacio en el lenguaje de la banda pero esta vez con el rostro en frente sin pretención. “Venus” es contacto con la felicidad, “Azul” implica ruptura y “renacer” nuevas oportunidades. Un camino conocido por todos pero que en este disco no contacta con lo banal y cursi de los 2000´s. Decir que el movimiento de manos y caderas vuelven contagiosas y hasta sensuales a estas canciones es poca cosa. Un tridente de sintonías de las cuales no tengo duda que las féminas disfrutarán de sobremanera. 

La clarividencia es un efecto constante dado los cuestionamientos y las virtudes de nuevas generaciones. Por ello es válido festejar lo aprendido y heredado; los nuevos géneros y las viejas letras; a los que se fueron y a los que nacen. “Clarividad” y su enérgico contraste de tonos representan eso y logra romper el estereotipo de sencillo de las radiodifusoras.
Este trabajo se configura en la visión de un mundo mejor aún y cuando las adversidades sean difíciles de explicar y aceptar. Una ruptura amorosa, la pérdida de seres queridos, la impunidad, la delincuencia y demás factores son rasgos que se han sabido adaptar en el andar de la banda mexicana y que hoy la catalogan como una de las más exitosas de nuestro país. Con “Aztlán” se abre una nueva aventura de ritmos, escenarios, visuales y colaboraciones como el caso de Craig Silvey, quien ya trabajado con bandas como Arcade Fire y Florence + The Machine. Colaboraciones de nuevos grupos de trabajo como Panoram y Boicot. El primero da pie al nuevo estudio creado por los propios Zoé y que además alberga la creación de nuevos talentos latinos y nacionales, da una nueva estructura de ingenieros y de audio que privilegia la madurez. Por su parte, Boicot se ha vuelto parte esencial del discurso visual de la banda que se hace notar en sus últimos videoclips y que ha establecido nuevos mensajes llenos de imaginación que pocas bandas mexicanas han logrado. Todo este íntimo mundo de colaboraciones, un notable incremento de instrumentos aunado a las incorporaciones de dos nuevos integrantes (Andrés Sánchez y Felipe Ceballos), la profunda creación de su banda sonora y su respectivo largometraje así como los disco solistas de León, son ingredientes que permiten ingerir de forma correcta el nuevo disco. Este espacio no pretende dictar si es bueno o no el disco pero sí iluminar el contexto sobre el cual fue creado. La verdadera crítica la formulan ustedes junto al envejecimiento de Aztlán. – Carlos González 

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