#MEMORANDA "El Club de los 27" – Una columna de Alexis de Anda @alexisdeonda

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MEMORANDA por Alexis de Anda

“EL Club de los 27”

Miércoles 23 de abril, 2014

Mañana cumplo veintisiete años. Esto no me asusta ni me deprime como a muchas personas que comienzan a acercarse con paso de gallo-gallina a los treinta. Por el contrario, estoy feliz y agradecida con la vida de haberme dejado vivir durante veintisiete años con muchísima más felicidad que tristeza. Veámos si sigo diciendo eso cuando esté al borde de ser una treintona. Cuando tu edad ya lleva un “ona” al final debe cambiar mucho tu perspectiva con respecto a la vida.

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Cuando era chiquita y pensaba en mi vida a los veintisiete años me imaginaba casada y con hijos. El trabajo no era parte de esta imagen. Siempre supuse que iba a tener algún tipo de trabajo pero no me preguntaba cuál. Lo importante era ser una esposa y una madre como bien me había enseñado mi mamá y su mamá antes de ella. A esa edad yo lo único que quería en la vida era estar encuerada. No tenían que decirme “métete a baña…” y yo ya estaba con las nalgas al aire. Mis papás decían que iba a ser “encueratriz”. Años después aprendí que ese sólo es un término elegante para “teibolera”. Así que gracias, papás, por siempre ver el potencial de su hija.
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En la primaria, cuando me tocaba escribir en el chismógrafo del salón, siempre estaba esa pregunta “¿Qué quieres ser de grande?” y yo siempre escribía “Miss Universo”. (Qué horror.) Lo único que quería era ser admirada por ser bonita… Pero, gracias a Dios que está en el cielo, con el tiempo maduré.
Mis papás siempre me han dejado hacer lo que yo quiera… Bueno, dentro de sus reglas y condiciones. Pero siempre fui apoyada para perseguir las cosas que quería. Le doy gracias a mi mamá por la infinita paciencia y dedicación de chofearme a las clases de ballet, gimnasia olímpica y jazz. Y le doy gracias a mi papá por las eternas desmadrugadas y litros de café para recogerme del antro y no decirme nada si me subía al coche borracha. Gracias, gracias, por siempre gracias a los dos por tanto amor y tanto apoyo y por aguantar todas las groserías y comentarios inapropiados con los que ahora me pago mis propias clases y borracheras.
Es increíble cómo evoluciona el mundo y la sociedad. A mi mamá todavía le tocó ser de la generación que pensaba que una mujer debía ser una buena madre y esposa primero, y luego cualquier otra cosa. A mí me tocó un espectro tan amplio de posibilidades que a veces da pavor dar un paso por no equivocarse de dirección. Ahora que estoy a punto de cumplir veintisiete por supuesto que quiero ser una esposa y una madre, eventualmente, pero en este momento de mi vida lo único que quiero es seguir encontrando mi espacio en el mundo. Como diría Hannah Horvath en GIRLS (ese programa va a ser mencionado mucho en mi columna así que acostúmbrense) “Me ha hecho querer encontrar ese hueco en el mundo que tiene mi forma y llenarlo”. Creo que he tenido la audacia y la capacidad para ir encontrando ese hueco con mi forma. Un hueco que además no muchas mujeres tienen la capacidad de llenar, el de comediante de stand up.
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El camino para encontrar ese hueco no ha sido tan fácil. Cuando empecé mi carrera como actriz sólo quería ser aceptada. Porque quedarte con el papel significa ser aceptada. Pensaba que, al hacer miles de castings y no quedarme en nada, algo estaba mal conmigo: que no era lo suficientemente bonita, talentosa, carismática,… Y así es como piensan la mayoría de los actores en el medio. Su autoestima está completamente ligado a quedarse o no con una chamba. Así que comprometen su personalidad, físico e integridad para caber en un hueco que no es el suyo. Esto sólo resulta en miles de actores deprimidos que ya no saben ni quiénes son porque Televisa no los llamó más que para un episodio de la Rosa de Guadalupe. A todos ellos yo les quiero decir “MÁNDENLOS AL CARAJO”. Los grandes actores no son exitosos por tener personalidades genéricas. Los grandes actores son exitosos por ser únicos e irrepetibles y llenar sus personajes de un equilibrio perfecto de luz y oscuridad. Como el genio de genios, Philip Seymour Hoffman. Ya que tengas cincuenta bolsas de heroína en tu casa es otra cosa.
Yo tuve la suerte de darme cuenta desde muy temprano que no quería jugar al juego de las grandes televisoras. Quería ser única. Y para ser única encontré algo que casi nadie hacía: stand up comedy. Me ha tomado tres años encontrar la confianza de llamarme a mí misma comediante. Me ha tomado subirme una y otra vez al escenario y aguantar los silencios cuando a nadie se ríe. Pero no he dejado de intentarlo. Porque uno no se rinde con las cosas que realmente lo apasionan. Uno le chinga y le chinga sin miedo. A pesar de ver los frutos de mis esfuerzos: el dinero, reconocimiento, “la fama”… aún no estoy satisfecha y creo que nunca lo estaré. Porque eso es el éxito. En el momento en el que alcanzas lo que querías, quieres algo más.
Lo que yo quiero va mucho más allá del reconocimiento personal. Quiero decir algo que signifique algo para los demás. Sigo pensando lo mismo que pensaba cuando me salí del CEA: “Quiero ayudar a que la gente piense, no a que se vuelva más pendeja.” Pero esto no lo quería hace tres años, cuando lo único que me importaba era que me invitaran a las mejores fiestas y conocer a todo el mundo. Las prioridades van cambiando y si las tuyas siguen siendo las mismas de hace tres años entonces tienes que reevaluar tu vida.
Somos una generación que idolatra a gente que no lo merece. Gente que sólo es famosa por ser famosa sin ningún talento que lo respalde. Esta obsesión me asusta. El club de los 27 tiene en común que eran todos jóvenes, talentosos y atascados. Y la fama, que realmente es la peor de las drogas, los llevó a echarle un poquito más de heroína a la cuchara. (Igual que a Philip Seymour Hoffman. 🙁 ) Pero por lo menos había un verdadero talento de trasfondo. Luego llegó Paris Hilton y se cagó encima de todo y de todos. Es increíble que por ser rica y puta ahora sea aún más rica (y probablemente más puta). Y los millones de jóvenes verdaderamente talentosos se queden en las sombras porque todos estamos muy ocupados viendo todas las fotos de Instagram de Lindsay Lohan que no es más que una escuincla berrinchuda y malagradecida con las oportunidades que se le han dado. Las adicciones te hacen egoísta y no hay nada más adictivo que la fama… Bueno, probablemente la heroína.
La fama es muy poderosa pero no sirve de nada si no haces algo productivo con ella. Porque en el mundo hay muchísimos borregos y alguien tiene que decirles para dónde ir. Y yo espero que mis futuros hijos puedan vivir en un mundo dónde esos borregos no vayan a comprar ropa a la tienda de las Kardashians.
@alexisdeonda

La comediante Alexis de Anda, columnista semanal de Hello DF, es host del programa de televisión E POP por E Entertainment y una excelente figura sobre el escenario. Si algún día tienen la oportunidad de asistir a sus shows de Stand up lo disfrutarán mucho.

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