"El Mundo de las Putas" por Alexis de Anda @alexisdeonda

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#MEMORANDA

El Mundo de las Putas

Por Alexis de Anda

Desde que empezó la aberración de mercadotecnia y lobotomía masiva que llamamos “Mundial” se ha desatado la polémica alrededor del término “puto”. Y entonces todos empiezan a chillar “¿¡Cómo es posible?! ¡Eso es bullying! ¡Eso está mal!”. A todo el mundo le da por ofenderse o defenderse cuando la realidad no es más que una palabra. Y cualquier persona que use la palabra “puto” para ofender, realmente ofender, a otra sólo demuestra lo homofóbica y limitada que es su mentalidad y no debería ser tomado en cuenta. Hasta los gays aplican el “qué puto” y quién diga que no, es un puto mentiroso. En el momento en el que nacemos la sociedad nos empieza a enseñar las palabras que deberían ofendernos: puto, pendejo, naco, marica, etc. Y el sentirse herido ante una palabra no es más que un signo de debilidad. Especialmente cuando viene de un montón de mexicanos borrachos en unas gradas.

Todos andan muy ocupados haciendo memes y debates y chistes en Twitter sobre “puto”, ¿pero qué pasa entonces con “puta”? Todos hemos dicho esta palabra más de una vez. O, si son yo, unas veinte veces todos los días. Todos hemos sido sus hijos y también ha sido nuestra madre. Todos la hemos usado para referirnos a una teibolera, una prostituta, la primera niña a la que le salieron chichis en la primaria o a Miley Cyrus. “Puta” es tan parte de nuestro vocabulario como “puerta” o “sí”. El problema con esta bella palabra, que tiene una enorme gama de significados e intenciones, es cuando la gente la usa como insulto. Y el hecho de que “puta” aún sea un insulto en pleno 2014 me hace pensar que no estamos tan lejos de los tiempos bíblicos como creemos.

Les voy a decir algo. Yo creo que la mayoría del mal sexo que han tenido en su vida se debe a que han usado la palabra “puta” como insulto. Desde el momento en el que una puta dejó de ser una mujer que cobra por ofrecer servicios sexuales (que además a muchos les urgen y los alivianan y, por lo tanto, creo que es una noble labor) y se convirtió en cualquier mujer que coja con más de un hombre en toda su vida, desde ese momento la palabra “puta” se cargó de toneladas de culpa y misoginia y de un condicionamiento casi pavloviano que ha impedido que las mujeres disfruten de su sexualidad a pierna suelta (o más bien abierta).

Me parece ridícula la doble moral en la que vivimos y de la que todos, sin exclusión alguna, somos parte. De parte de las mujeres, enaltecemos la “putería” de las súper estrellas como Rihanna o Britney Spears (en sus buenas épocas). Las admiramos y queremos ser como ellas. Vamos a clases de tubo y vemos porno y se nos antoja el novio de nuestra amiga. Pero al mismo tiempo nos burlamos de una mujer que sale al antro en una minifalda que le llega a la ingle y llamamos “puta” a cualquier pobre alma que le sonría a nuestro güey. Los hombres quieren que seamos Sasha Grey en la cama pero si se enteran de que alguna vez nos cogimos a alguien más que a ellos entonces merecemos morir a pedradas. La misma historia de siempre, un hombre puede ir y cogerse a todo lo que se le ponga enfrente y va a ser felicitado y alabado como un padrote. Pero una mujer no puede agarrarle la mano a un güey al que acaba de conocer porque ¡PUTA, ARDERÁS EN EL INFIERNO HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS!

¿Pues saben qué? ¡No! Ya estuvo bueno de ver a niñas llorando afuera del antro por culpa de un mirrey borracho que además seguramente está tan atrapado adentro del clóset que ni siquiera sabe qué hacer con una puchi. No estoy diciendo que dejemos de usar una palabra tan bonita pero aceptemos que todas llevamos una puta dentro y que eso no tiene nada de malo. Cójanse a quién quieran (siempre y cuando se cuiden y se sientan bien al respecto). No sientan pena ni culpa por querer gozar de la vida y de sus cuerpos jóvenes y hermosos. Ninguna mente puede ser dominada si no se deja dominar. Enséñenle a los hombres quién se está cogiendo a quién y denle vuelo a la hilacha antes de que la menopausia acabe con todas nosotras.

Fotografía por Bea de Giacomo



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