"Mi pequeñísimo héroe" por Christiane de Anda @doniacuca #HelloDF

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Mi pequeñísimo héroe por Christiane de Anda @doniacuca #HelloDF

 
Los niños son increíbles.  Demuestran mas valor y fuerza en los momentos más difíciles que el Capitán América, se adaptan mejor y más rápido que Darwin si hubiera renacido superhéroe y nos dan cada día una nueva oportunidad para sorprendernos; si sabemos cómo provocárselos.
Desde la semana pasada implementamos una disciplina casi hitleriana, como le llamo yo, pero en realidad lo que hice fue aplicar algo fundamental: “te tienes que ganar las cosas”. Vivimos en una época donde nuestros abuelos se tuvieron que romper el hocico –muchos llegando de otro continente, con solo una maleta y su talento bajo el brazo– para sacar adelante a su familia y trabajaron tanto que se dedicaron a enseñarle a  sus hijos a disfrutar la vida. Hay un dicho que dice que los pobres son los nietos de los ricos y es lógico, nadie quiere ver que sus hijos sufran lo mismo que uno tuvo que superar, pero se nos pasó la manita, al grado de la creación de la generación ni-ni.
Ni estudio, ni trabajo, todo me lo merezco, porque soy yo.
Hazme el pinche favor. Me niego a que mis hijos sean parte de eso. Así que después de hablarlo largo y tendido con mi esposo decidimos dos ejes fundamentales en nuestra guerra contra el terrorismo infantil:
1. Lo que dice mamá es también lo que dice papá y viceversa. Por aquello de divide y vencerás, NO MÁS.
2. KARMA, BITCH! Todo tiene consecuencias en la vida. Te portas bien, ayudas, haces caso, hacemos lo que tu quieres; te portas mal, castigada –dos minutos; según la super-nanny, el castigo son los mismos minutos como los años que tiene el mounstrito– la mía tiene dos y medio así que le redondeamos a donde duele menos el corazoncito (de los papás) y después de dos minutos de patalear en su cuarto, si acepta tranquila su error, puede salir a jugar.
Pensé que nuestra táctica tardaría meses en empezar a funcionar; por supuesto hablamos con ella, le advertimos que la gerencia había cambiado y que su mala actitud y nosotros no cabíamos en el mismo pueblo. ¡Aleluya! ¡Se abrió el cielo! Mi hija entendió.
Una semana después, mi hija tiende su cama, me ayuda a cambiar a su hermano, recoge sus juguetes antes de salir a jugar, me ayuda a preparar la cena para toda la familia, se lava los dientes y si le da flojera me pide que se los lave yo. Me la cambiaron. No me importa. Me cae mejor ésta.
Así que era cierto; en realidad los niños buscan límites, guías fuertes, camino definido por donde andar y aprender a correr; solo depende de ti, mamá, el definir las fronteras de comportamiento y de tener siempre coherencia; si a veces pasa y a veces no, vale violín.
Y pasa una semana preciosa, de logros, de buenos días, de obediencia — de malos ratos, a veces, por supuesto, pero normalmente provocados por un pedazo de chocolate que alguien le regaló o por que estaba que se caía de sueño– llega un día que promete ser un día hermoso con amigas de su edad, con tíos muy queridos y Kataplaw! Eva se cae, se pega, se raspa, se mete el madrazo de la vida; y el hermanito se le une en la trinchera con una crisis de dientes y de dolor de panza y son las 11 de la noche y a papá se le ocurre darle huevo con Catsup y…
¡EXPLOSIÓN DE AZUCAR!
Por supuesto, el hermano le vuelve a copiar y decide el frente infantil que quieren ir al cuarto de juegos a bailar y jugar más. Así que ahí nos tienen a la media noche, jugando a no dejar caer el globo, a 4 muy felices seres humanos, dos adultos muy cansados pero llenos de amor por estos dos ratones locos y dos bebés que lo único que querían era pasar un rato juntos, los cuatro, en familia, para saber que todo va a estar bien.
Finalmente se durmieron y ha ha! Hasta crees!  Por supuesto que Eva tuvo fiebre toda la noche por el susto y nadie durmió absolutamente nada. Excepto bebé, el jugó al globo y soñó con él toda la noche, feliz.
Eva se despertó a las 11 de la mañana. Me llenó de besos, de abrazos, a su papá y a su hermano y se fue corriendo a jugar. Como si nada hubiera pasado.
Mi hija es mi héroe.
Gracias Eva, por enseñarme que pase lo que pase, hoy es un nuevo día y realmente “Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy, sanará… mañana”.



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