“Raymunda y el cráneo de Don Ruperto” un cuento de Ivonne Baqués @amikaafeliz #HelloDFicción #ShortStory

Compartir
  • 6
    Shares


Amada Raymunda,

Te extraño, más de lo que debería. Echo de menos la sedosidad de tu piel y el “clac, clac, clac” de tus muletas al estrellarse con la madera en el piso. Eras perfecta, más de lo que yo o cualquier mortal pudiéramos merecer. En las noches, al cerrar los ojos, desfilan ante mí imágenes coloridas y sonidos estremecedores que hacen más llevadera tu ausencia: tu periquito y sus gritos por ejemplo, o tu cara de asombro ante la perfección y destreza de las bailarinas cuando fuimos a ver El Lago de los Cisnes, o la osamenta que desenterré de aquella tumba abandonada en mi juventud.

Nunca te conté, supongo que por pena, mi aventura al lado de Mathias cuando estudiábamos medicina. Dos hombres jóvenes, robustos y fuertes abriendo una tumba a la media noche para descifrar los enigmas del esqueleto humano. El elegido, fue un hombre de mediana edad enterrado a lado de mi padre, cuyo sepulcro se encontraba en completo abandono. Según los registros llevaba diez años en el panteón y según el sepulturero, nunca nadie lo había ido a visitar, así que una noche con picos y palas nos aventuramos a darle una visitadita. Con esmero limpiamos cada uno de los huesos y con gran emoción descubrimos una mancha en la parte trasera del cráneo, donde comienza la nuca, por más que tallamos nunca desapareció, la curiosidad no me dejó dormir durante días, así que decidí llevar el cráneo ante mi profesor, una eminencia como él resolvería el misterio.

-Jiménez ¿dónde consiguió este cráneo?

-De una tumba junto a la de mi papá.

-Esto es un alfiler, a este pobre hombre lo mataron, una mente macabra y una mano experimentada supieron donde colocarlo para que pareciera una muerte natural…

El profesor llevó el cráneo a la policía. El muertito era un millonario cuya mujer lo engañaba con un médico. Ambos desaparecieron después del entierro con todo y los millones, trataron de localizarlos, pero después de un tiempo, otro crimen llamó más la atención de los detectives dejando en el olvido el cráneo de Don Ruperto. Mathias y yo fuimos expulsados de la escuela, y condenados a pasar unos meses en la cárcel, ¿sabías que robarte a los muertos es un delito? La justicia es una falacia amada Raymunda. ¿Ahora lo entiendes todo? Yo también tengo una mano experimentada y una mente muy, pero muy macabra… Eras perfecta, más de lo que yo o cualquier mortal pudiéramos merecer.

También tuve que matar a tu perico, sus gritos eran como voces acusadoras que no me dejaban en paz, él lo sabía y no dejaría de torturarme mientras tuviera vida. Te pido perdón por eso y por no haber sido capaz de cumplir mi promesa. Ya no podremos estar juntos, alguien me vio, seguro fue el velador del panteón, he perdido la pericia, no es lo mismo abrir una tumba a los veinte con ayuda, que a los cincuenta y cinco en completa soledad. Ahora tu piel sedosa y tu hermosa pierna se pudrirán bajo tierra, mientras yo me iré consumiendo lentamente en esta celda. ¿Por qué tenías que mirar a ese hombre con lujuria? ¿Por qué? ¿A caso no sabías, que eras más de lo que yo o cualquier mortal pudiéramos merecer?

Ivonne Baqués

Conocimos a Ivonne Baqués en un taller de narrativa y la invitamos a participar en nuestra sección “DFicción”. Ivonne pertenece a la tribu de los Godínez de la Ciudad de México. Sus relatos destapan las obsesiones, deseos y frustraciones de quienes diariamente nacen y mueren dentro de los confines de la oficina.



Compartir
  • 6
    Shares

Comentarios: