"Cómo ser mujer y ser chistosa al mismo tiempo" por Alexis de Anda @alexisdeonda #HelloDF

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#MEMORANDA – La columna semanal de Alexis de Anda

Miércoles 14 de mayo, 2014

“Cómo ser mujer y ser chistosa al mismo tiempo”

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En enero del 2007 Vanity Fair publicó un artículo del brillante y polémico autor y hombre Christopher Hitchens titulado “Why Women Aren´t Funny”. En este artículo Hitchens dice que las mujeres no son chistosas porque no tienen que serlo. El instinto animal es buscar con quién reproducirse (coger) y para ello los machos necesitan llamar la atención de la hembra de alguna forma: los animales lo logran con plumajes de colores y bailes de cortejo y los hombres lo logran con dinero y sentido del humor. Las mujeres sólo están ahí para ser cortejadas, sólo tienen que ser hembras y bonitas. ¿Chistosas? No, gracias. Cuando leí este artículo no podía creer en la misoginia que estaba leyendo. ¿Cómo era posible que un hombre tan inteligente pensara de esa manera? ¡Le deseé mal a Christopher Hitchens! Luego me enteré de que ya se estaba muriendo de cáncer de esófago. Ups.

Por supuesto que entiendo que este artículo está basado en mucha información válida, que no era sólo un hombre enojado y resentido despotricando contra las mujeres porque probablemente cuando iba en la secundaria una niña le dijo que era un nerd y le rompió el corazón. Pero de ninguna manera estaba de acuerdo con lo que Hitchens planteaba. Un año después Alessandra Stanley, crítica de televisión para The New York Times, pidió la revancha en Vanity Fair publicando el artículo “Who Says Women Aren´t Funny?” (http://www.vanityfair.com/culture/features/2008/04/funnygirls200804). Con ejemplos como Lily Tomlin, Joan Rivers, Tina Fey y Amy Poehler pienso que Alessandra ganó el segundo round.

Creo que, de alguna forma, ambos tienen razón. Existen mujeres chistosas, y muy chistosas, en el mundo. Yo conozco a muchas. Todos conocemos a esa mujer que siempre es el alma de la fiesta, que es ruidosa y alegre y siempre tiene el comentario atinado para hacer reír a todos. Generalmente es la tía borracha, cosa en la que ya me estoy convirtiendo desde el nacimiento de mis sobrinos. Todos sabemos que las mujeres pueden ser tan o más chistosas que los hombres en el día a día pero en el mundo del entretenimiento es un campo de batalla completamente distinto.

Cuando Hitchens y Stanley escribieron sus respectivos artículos en Vanity Fair, se referían específicamente al mundo del entretenimiento. Un mundo manejado por hombres dónde el territorio de la comedia ha sido especialmente tiránico. La comedia se ha hecho por y para los hombres durante siglos y, hasta hace apenas unos años, si querías ser una mujer y ser chistosa y vivir de eso tenías que ser gorda o machorra o auto-despreciativa (esa palabra suena como a un Jetta puteado).

Ahora, en México la situación ha sido muchísimo peor. Los medios de entretenimiento han dado muchos espacio para los hombres: desde Chespirito, Cantinflas, Jorge Ortiz de Pinedo, Derbez, Capulina, hasta Facundo, Adal Ramones y Eduardo Videgaray. Pero figuras de comedia femeninas han sido muy pocas: Anabel Ferreira, Cessy Casanova, la Chupitos, Raquel Pankowski,… Mujeres que han tenido que adoptar un personaje para justificar su sentido del humor y cuyas palabras han sido escritas por un hombre. Mujeres cuyo sentido del humor gira en torno a lo malos que son los cabrones hombres, sobre cuánto sufrimos las pobres mujeres. Lo siento mucho, señoras, pero eso ya fue.

Es realmente difícil que la sociedad se adapte a una mujer chistosa y atractiva que puede ponerse al tú por tú con los hombres, no con el estandarte del feminismo, sino con la naturalidad de que todos podemos ser sucios y groseros si así lo queremos. Cuando aún trabajaba en Fashion Police y salió al aire, mi papá me marcó y me dijo “¿Estás segura de que ese es el camino que quieres para tu carrera, hija? No eres la primera en intentarlo. Antes ya existía la Pelangocha.”. Entonces tuve que meterme a googlear a la Pelangocha porque no nací en el 75 y no tenía idea de lo que hablaba mi papá. Y me encontré con una mujer vestida de mucama francesa, masticando chicle con la boca abierta y diciendo, de cada diez palabras, once groserías. Mi papá me comparó con esa mujer. Fue la referencia que generaciones y generaciones de parámetros conservadores y misóginos pudieron hacer en su cabeza. Sé que no lo dijo con mala intención, solamente no está acostumbrado a escuchar a su hijita diciendo  “vagina” en televisión nacional.

Cuando participé en el Roast de Héctor Suárez el resto de los “rostizadores” sólo pudieron hacer chistes de mí refiriéndose a que era una puta. No pudieron pensar en otra cosa que hiciera reír a la gente, que no tenía ninguna referencia sobre mi vida personal o profesional, que el hecho de que por ser joven y bonita ahuevo tengo que ser bien puta. Por supuesto que no me lo tomé a mal porque soy una comediante y si algún día me ofendo con un chiste voy a renunciar a mi carrera. Y porque al momento de subir al podio logré rostizarlos a todos con un poco más de gracia y astucia de la que la gente esperaba de mi parte. Me gusta pensar que salí victoriosa.

La gente espera que uno sea como ellos pensaban, que lo que ven corresponda con lo que escuchan. Nadie espera que un vagabundo con gangrena en las piernas le hable de la teoría de la relatividad, ni que una edecán de cerveza Sol tenga una opinión sobre la vida y obra de Gabriel García Márquez. Pero uno nunca sabe.

Creo que es momento de que las televisoras y productoras de cine dejen de apostarle a la guapa chichona tonta que sólo sirve de patiño como el blanco de los chistes y empiecen a darse cuenta del gran talento femenino que existe en nuestro país. Mujeres que ya no tienen que hablar sobre lavar los platos porque están muy ocupadas comiendo en un buen restaurante que pueden pagar con su propio dinero.

La comediante Alexis de Anda, columnista semanal de Hello DF, es host del programa de televisión E POP por E Entertainment y una excelente figura sobre el escenario.
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